EL MITO DE LA INTEGRACIÓN (1997)
por Eduardo E. Cavallo
¿Cómo hacer la ensalada sin tener los ingredientes primero?
Desde hace unos años venimos escuchando y hablando acerca de la necesidad de la integración en la actividad educativa. Ese discurso ha sido en general bien recibido y se han realizado esfuerzos en presentar a los alumnos un conocimiento menos disociado, integrando en el tiempo, distintos aspectos o enfoques del mismo. Surge así una suerte de necesidad o exigencia de la interdisciplinaridad entre las materias o áreas o temas. Esta exigencia suele estresar la actividad de los docentes y la resultante es a veces, una serie de actividades pseudointegradoras, que satisfacen el discurso integrador de moda. En el ámbito de la computación educativa, esta exigencia alcanza niveles particulares, ya que la computadora suele aparecer como una mediadora del conocimiento, o una herramienta aceleradora de procesos o la panacea para el futuro, sin importar de que área del conocimiento se trate, o de que procesos o de que futuro. Parece inevitable que la computadora sea una suerte de transversal que atraviesa todos los campos. Sin embargo, ésta es una forma pobre de pensar en las computadoras y en la tecnología en general.
Se ha insistido en que la cultura del video y del zapping, fomenta la fragmentación de la realidad. Esta acción influiría entonces en el desarrollo cognitivo de los niños en un aspecto negativo. Pero permítanme que esboce una teoría opuesta a la que afirma que la cultura del video-zapping es la que influye en la forma de conectarse con la realidad del niño. ¿No será que la particular forma de pensar o de aprender del niño necesita de la fragmentación, y que es ella la que promueve esa cultura? ¿No sería posible que la integración de los conocimientos sea una tarea intelectual tan compleja que no puede ser realizada por los niños, ni por los adolescentes ni aún para la mayoría de los adultos? No será que se está intentando que los niños tengan la ensalada antes de tener los ingredientes?
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